jueves, 5 de febrero de 2015

La gallina de los huevos de oro.

Este era un señor que tenia una gallina.
Era una gallina que aparecia a la vista como una gallina común y corriente, que rascaba la tierra para sacar una lombriz, y corria por el gallinero con ella en el pico, luchando por que no se la arrebataran las demás hasta encontrar un rincón en el que degustar su presa.
Esta gallina no era una gallina común: ponía huevos de oro.
Sí, no cualquier gallina pone huevos de oro. Cada semana el granjero encontraba en el gallinero un huevo de oro. Y soñaba con el dia en que la cantidad de huevos de oro seria suficiente para llevar una vida despreocupada como amo y señor de una finca, o un rancho.
Pero no siempre somos inteligentes los seres humanos, y menos actuamos con la prudencia necesaria, todo queremos rápido. Así que un día despúes del arduo trabajo de la siembra de maiz el hombre sentado en un pollito que habia junto a la entrada de su casa se puso a razonar, que si la gallina ponia un huevito de oro cada semana, eso queria decir que la misma gallina por dentro estaba repleta de oro, y que si la destripaba, lograria sus aspiraciones de ser amo y señor de una finca, o un rancho más pronto que si esperaba pacientemente a que la gallinita pusiera tal cantidad de huevos.
Ni tardo ni perezoso se puso manos a la obra.  Ay! no quiero describiros el pesar y desilusión que sintió el ambicioso e impaciente hombre cuando conoció las víceras y el interior de su gallinita prodigiosa: lo he dicho antes, era como una gallinita común, con una molleja llena de granos de maíz a medio moler y algunas hierbitas, un intestino largo y delgado como debe ser, un higado envidiable y listo para ponerse a hervir con el arroz, su corazoncito y lo pulmones sanguinolentos, la huevera, un medio huevito a medio hacer, de oro, y nomás.
Mmmm... aqui termina la historia de la gallina de los huevos de oro.
La moraleja se les queda de tarea.


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